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Por cierto, todas las imágenes, exceptuando mi careto que es el que mi madre me dio en su día, han sido sustraídas y robadas del mundo virtual de modo legal, por lo menos eso es lo que afirmaré delante del juez.
Es broma.
Si alguna de ellas tuviera copy raid y casualmente eres el propietario de tal derecho y de la imagen, por ahí abajo está mi correo, me lo dices, te la devuelvo, y tan amigos.

Por otro lado, todos los textos de este blog son míos, si apareciera la pluma de otro, lo haría con su firma. Siempre.
Si te llevas alguno, cita y enlaza, no me importa que compartas, pero que yo no me entere de que te lo has apropiado.
Internet es un pañuelo.


LIVERTAD. Jamás me obligareis a escribirlo con B

21 octubre 2013

MIL TEMPLARIOS A LAS PUERTAS DEL CASTILLO.





y este es el castillo de donde surgieron las letras.
Esperaba, estaba allí plantada esperando la llegada del autobús. Tenía prisa, es cierto, pero daba igual, mi tiempo dependía de la llegada del autobús y mientras este llegaba no podía hacer muchas otras más cosas que esperar. Divagar también, eso hice: esperar y más tarde, divagar.
El culo apoyado contra la valla, a la derecha un árbol de esos que  ponen los ayuntamientos en las aceras para hacer sombra, de esos que crecen aprisa y en una década, mes arriba mes abajo, ya han reventado la baldosa para que los viandantes nos tropecemos y nos partamos los morros. A la izquierda otro de las mismas características, con sus hojas medio amarillentas, pelín arrugadas, escondiendo entre sus pliegues, arañitas, gusanejos, bichos de campo amoldados a la ciudad. Anélidos y arácnidos sin reloj, fauna urbanita que habita en los árboles consistoriales.
Entre copa y copa, hoja rasgada y vida desapercibida, la imagen del castillo reina sobre el otero, y allí estaba yo. Esperando la llegada del autobús.
Unos cuantos templarios defendían la muralla, con espadas,  hierros que brillaban bajo el sol de septiembre, la sangre manchaba los ropajes de todos, de los atacantes, de los atacados, y caían por las paredes del altozano, rodaban sus cuerpos, los  vivos y los muertos hasta llegar al pie de la colina.
Los templarios protegían su Castillo, sus secretos, el Santo Grial, las faldas de la Princesa de otro cuento, la cámara real, y en última instancia, sus vidas.
Un corcel, la Dama y su escolta, salían por los pasadizos. Media montaña perforada, con entrada oculta en las catacumbas para salir a toda prisa, para salvar la vida de la futura Reina de la corona. El Rey ha caído.
Era un buen Rey.
Mientras, los templarios continúan derramando sangre. Roja, como la de ellos. Sangre de guerreros convencidos de sus luchas, como ellos. Y el suelo, se tiñe un poco más de sangre roja, inocente.
De sangre absurda como toda la sangre que mana desde el filo de una espada.
La princesa ha huido, salva y virgen.
Un perro ladra y el viento mueve las hojas de los árboles municipales. El autobús aún no ha llegado. El perro mueve el rabo y me saluda con un lametazo baboso y perruno.
La Historia.
Las almas de los Templarios del Castillo se remueven y suben loma arriba cagándose en mis muertos. “habladlo con ellos, que la comunicación será más rápida” pienso.
En el castillo nunca hubo Santo Grial, ni princesa, ni nada parecido a mis divagaciones, tampoco salida secreta.
La Historia.
Esa cuenta esto de otro modo. Más aburrido, tan medieval que hasta las arañas de los árboles sienten ganas de mudarse a la ribera.
Y cuando un templario barbudo se me acerca y se asusta el perro, el perro ladra y se esconde entre las piernas de su amo. Gracias, digo para mis adentros, y el templario, se desvanece.
La Historia.
La Historia me recuerda de nuevo que todo eso no sucedió jamás, no aquí. Nunca fue visto por los coetáneos de mi barbudo templario.
Pues vaya.
Y entonces, llega el autobús, y saludo y besuqueo a mi hija que llega en él ¿y qué tal el viaje? Y todas esas cosas, y nos vamos hacia el coche con el culo cuadrado de tenerlo apoyado en la valla, y antes de arrancar el motor vuelvo a mirar y por última vez hoy, el camino por donde la princesa logró huir.
Y allí está, detenida, montada en su bello corcel y saludándome, porque le concedí un trocito de la Historia que los historiadores no descubrirán jamás.


Buen viaje mi hermosa Dama medieval, sigue tu camino y cuélate en todos los sueños que sea necesario. Haz un fortín en todos los pies de todos los castillos y escápate siempre que puedas ¿Por qué? Porque la gente que espera el autobús, necesita que la encuentres.

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Esto no tiene título es simplemente lo que hay. Estoy remontando el vuelo y existen días mejores y otros más hijos de puta, pero no me he rendido y no voy a hacerlo tampoco, principalmente por que no me da la gana y por que aún me queda sangre.
A partir de aquí y por este motivo se puede leer cualquier cosa, algo que también me la suda bastante, es mi blog y es el espejo, es tan simple como reflejarse o no, si te quedas o te vas no es culpa mía, ni tuya, quizá nos parezcamos más de culo que de frente, en todo caso la puerta no tiene llave, no cierres al entrar y no des un portazo al marcharte.

licencia

Todo lo que hay en mi casa es propiedad mía, los textos sin firmar son de mi puño y letra, las obras firmadas pertenecen a sus autores y así constará en todo caso, todas las poesías de “el silencio del espejo” me pertenecen a mí.
Recuerdalo.
Un abrazo y muchas gracias por tu visita.
ah! la licencia real, anda por ahí abajo, es que la informática y yo no nos ponemos de acuerdo prácticamente en nada y esta vez, se ha empecinado en no querer subirme la imagen hasta aqui.
Ella misma, no pienso olvidarme de esto...
En fin...
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